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¿Y ahora qué?

Comparada

(COLUMNA DE OPINIÓN) – Daniel Garnero y César Luis Menotti ya son historia. “Al fin se fueron”, pensarán los dirigentes, ingenuamente aliviados. “¡Que se vayan todos!”, reclamarán, indignados, los hinchas. “El mayor error fue echar a Gallego”, analizará, con rapidez, el periodismo. Los ídolos, palabra autorizadas si la hay, criticarán, seguro, las incorporaciones, esos refuerzos que, al final, debilitan. La oposición saldrá al fuego cruzado. La barra jugará su partido. Danzarán nombres, ya suena fuerte el Tolo. Y Julio Comparada, si se anima a salir de su casa, aparecerá sólo recién cuando firme el nuevo técnico.

En ese lodazal mediático, tan patético como previsible, está Independiente. Y todo pasa… Mientras el Rey de Copas, hace más de 15 años, que sigue en plena decadencia y con un equipo en (des) formación permanente. Independiente está en llamas y, encima, todas las semanas baja un peldaño para arrimarse aún más a las tinieblas. Ahora, según las matemáticas, está en el purgatorio: a 3 puntos de Racing, éste en Promoción. Pero institucionalmente, a fin de mes, verdaderamente, se sabrá si está o no en el infierno. Ahora bien, Garnero y Menotti llegaron y se fueron del mismo modo: por la ventana. ¿Y ahora qué? Vendrá otro técnico, claro. Pero, ¿Quién lo erigirá? ¿La Comisión Directiva o Comparada? ¿Llegará otro manager? Sino se reemplaza a Menotti, el cargo—vacante—es una farsa. Igual, lo más importante ahora es que llegue alguien con un extintor enorme. Hay mucha leña, por no decir troncos, que reavivan el fuego en la cancha.

Sin hacer nombres, hay que buscar perfiles de DT. Porque para sentarse en esa silla eléctrica, se necesita
temple y experiencia. No alcanza con la chapa, ni con el amor al club. Así las cosas, lo más triste es que, renuncias al margen, no se corrigen las causas y las consecuencias, entonces, son siempre semejantes. Una y otra vez, se persiste en el error y la historia parece repetirse. ¿Alguien se hará cargo? Existen cifras que muestran la realidad y los efectos de tanto cambio. En la “década infame”, desde el Clausura 2000 hasta el Clausura 2010—en realidad son once años-, más de 130 jugadores llegaron a Independiente. Algo así como 12 por año. 17 técnicos fueron eyectados del banco de suplentes (sin contabilizar los 4 interinatos de Pepé Santoro, el paso fugaz de Monzón y de la dupla Tardivo- Rios).

“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, dijo el ya fallecido escritor italiano Giuseppe Lampedusa ¡Increíble! Porque así es como equivoca el camino el Diablo. Es más, un relevamiento de Infierno Rojo demuestra los campeones suman en promedio 2 jugadores en el Clausura y 4 en el Apertura. La fórmula es: equipo que gana, no se toca. Y equipo que cambia (mucho, claro), pierde. Sino miren a Quilmes, Argentinos e Independiente, los tres que tenían nuevos técnicos, los tres que más incorporaron en el torneo (23, 8 y 7, respectivamente), lógicamente, se ahogan en barro. A Independiente, eso sí, hace rato le vienen enchastrando su antiguo elegante, traje de gala. Y mucho peor, aún nadie se arremangó para limpiarlo.

Así y todo, los inescrupulosos de siempre, dirán que ahora “comienza un nuevo ciclo”; que “es fácil hablar con el diario del lunes”, “que el estadio se terminará pronto”, “que se apostó por los pibes”, “que el proyecto dará resultados”, “que el predio de Santo Domingo…” y todo lo que se les pueda ocurrir. Pero, está claro, evaden el meollo de la cuestión: analizar los fracasos. La única forma de resolver un problema es asumiéndolo. Acá hay culpables (Comparada y Menotti) y responsables (el resto de los dirigentes, Garnero, oposición, socios, hinchas, periodistas…) Basta ya de excusas y discursos acomodaticios. No deben de qué temer: ya se quemaron solos.

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