Los que debían hablar dentro del campo no lo hicieron y, en consecuencia, tampoco dialogaron al finalizar el partido. Entre insultos, chiflidos y reclamos, la mayoría de los jugadores de Independiente prefirieron retirarse en silencio y callar la ilusión que cada uno mantenía.
Solamente Cristian Tula y Diego Rodríguez hilaron algunas palabras que lejos de conformar a alguien, levantan algunos interrogantes.
El arquero y figura del equipo apuntó con desgano: “Sabíamos que iba a ser un partido difícil, pero ya está, hay que ir a jugar y ganar”. El Ruso remató sobre el desempate contra Huracán: “Si no iría a ganar, ni me presento”.
A la vez, el cuestionado central repitió entre suspiros y lágrimas: “Tenemos que ganar como sea. Es una final, tenemos que ganar como sea” y encaró hacia el vestuario protegiendo a Sergio Ojeda.
Ahora bien, ¿la de hoy no era una final y había que ganarla como sea?, ¿Se presentarán para ganar?
La deuda es grande y el margen nulo.