Independiente no logró destrabar el cerrojo de Instituto y por primera vez en la era de Tevez mostró una desmejora en el juego. Sintió las faltas de Toloza e Isla, que podrían haber aportado herramientas para abrir un partido cerrado.
Cada partido en la era Tevez era mejor que el anterior. Con Carlitos, Independiente evolucionaba de una fecha a la otra. Sin embargo, contra Instituto fue la peor presentación desde su arribo y no pudo salir del cero de local. Más allá de la pésima labor del arbitraje, que incidió en el resultado, el equipo de Avellaneda sabe que no tuvo un buen domingo. Un par de ausencias le complicaron el panorama al entrenador porque no logró suplirlas en el juego, que entregó una evidente desmejora, al margen que así y todo mereció otra suerte.
A Independiente se le juntaron un par de factores que afectaron su rendimiento ascendente. Las faltas de Santiago Toloza y de Mauricio Isla, ambos por sendas lesiones, repercutieron en el funcionamiento general. A eso se le sumó que enfrente estuvo un Instituto que se propuso el empate que se terminó llevando para Córdoba. La frutilla del combo fueron Darío Herrera (juez principal) y Germán Delfino (en el VAR).
Pero no estamos acá para meternos en la discusión arbitral (eso ya se hizo en otras notas de IR). El de estas líneas se centra en el juego, algo que el Diablo no tuvo en la fresca tarde dominguera de Avellaneda. Sin Isla, el Rojo estuvo rengo todo el encuentro en su pata derecha. Jamás pudo resolver esa falta. El chileno aporta calidad técnica, lectura de juego y se ofrece como una importante variante de ataque con sus subidas oportunas. Nada de eso se vio en el LdA-Ricardo Enrique Bochini.
Julio Buffarini lo reemplazó como titular, aunque salió en el entretiempo. Primero fue carrilero en el sistema 5-3-2 que eligió Tevez para el inicio. Buffa perdió pelotas sencillas, no retrocedió bien y se lo detectó desorientado por momentos. Hizo agua también cuando se instaló como volante al virar el sistema a un 4-1-3-2.
El Apache vio que su equipo había perdido el mediocampo cuando Instituto le planteó un 4-3-3 en vez del 4-2-3-1 clásico que suele usar Diego Dabove. Entonces, el DT rojo cambió a la media hora de partido el dibujo para equilibrar la mitad de la cancha. Y en el descanso lo sacó a Buffarini para incluir a Martín Cauteruccio y tirar a volantear a Alexis Canelo, que tampoco se sintió cómodo por ese sector.
Para romper con el cerrojo defensivo de la Gloria en el segundo tiempo se requería un juego colectivo aceitado, algo que este Independiente aún no logra. O bien, alguna individualidad que se desmoldara y generara la sorpresa, algo que puede hace Toloza y su desparpajo. Sin Toloza, Chaco Martínez intentó ocupar esa tarea. Lo hizo de a ratos, como en la primera parte cuando comandó tres chances antes de los 20 minutos apareciendo a espaldas del volante central Linares.
Pero no fue suficiente. Federico Mancuello no gravitó y los de arriba estuvieron aislados en gran parte del encuentro. Independiente, así, estuvo inconexo, si ideas y hasta abusando en lapsos del pelotazo para saltear líneas y acortar el camino minado hacia el área de Roffo, que intervino bien en los remates que le propusieron desde afuera.
No encontró alternativas, Tevez, para generar otra cosa. De hecho, apenas mandó a la cancha al debutante Javier Ruiz, que más allá de su ímpetu saludable y fresco, tampoco tuvo éxito en inclinar la balanza hacia el arco de enfrente.
El vaso medio lleno es que no sufrió en defensa. Instituto no le pateó a Rey en toda la tarde. El nivel de Joaquín Laso y de Iván Marcone se mantuvo sobre la media y ahí no hubo retrocesos. Pero Independiente sintió presentes las ausencias de sus lesionados, que le hubieras entregado otras herramientas para abrir un duelo más que trabado.
(Foto: ph.arita)
