Ambos equipos necesitaban de los puntos como nosotros, los seres vivientes, el aire para respirar. Es cierto que además de eso, los clásicos son partidos aparte pero ese chamuyo quedó a un lado teniendo en cuenta que ambos equipos, tienen urgencia buenos resultados para empezar a jugar los partidos de Liga más relajados. Es cierto, falta mucho, pero la realidad es la realidad y no hay que darle la espalda jamás.
Cuando uno ve el tanteador final se pregunta: ¿Mérito del ganador? ¿Desmérito del perdedor? Juego de palabras aparte, es un punto para elaborar sin lugar a dudas porque Independiente no gana en la Liga doméstica hace 12 fechas y ni hace falta recordad la paternidad de River que nos persigue. En la sociedad actual, parece que llamar a las cosas por su nombre son insultos pero la realidad es que River nos tiene de hijos en lo padecemos hace mucho tiempo. Quizás cuando salgo de los partidos contra ellos, comprenda lo que sienten los hinchas de Racing con nosotros. ¿Qué preocupa más? ¿El rendimiento o la ausencia de resultados? ¿O ambos? La actualidad sorprende y preocupa, eso es un hecho. De la euforia de la Copa Libertadores, después de una semana anímicamente motivadora, pasamos a la realidad del torneo Clausura. En líneas generales, por lo que se vio en el partido, y haciendo justicia fina, River se llava tres puntos merecidamente. Una cadena de errores nos hizo enloquecer al final del encuentro cuando Tuzzio cabecea para atrás, Matheu no puede reaccionar y Navarro que se equivoca. En líneas generales y sin haber hecho grandes diferencias , River manejó mejor los espacios y tuvo más claridad.
En cuánto a los planteos tácticos fueron similares y se terminó tornando en una lucha de sectores: Silvera, que posee un juego más fino, por un lado perdió si se contrapone con Pavone, que posee un juego de fuerza en la soledad con los centrales. En ese mano a mano; uno la metió y el otro, no.
Creo que la diferencia entre River e Independiente tiene que ver, entre otras cosas, con el entendimiento de la lucha pasó por el lado del equipo de JJ. Hasta Lamela y Lanzini saben que deben poner, además de fútbol, sacrificio porque se nota, luego de los golpes del torneo pasado, que asumieron la realidad del equipo más allá de la historia. Tanto Lamela como Lanzini asumieron un sistema que más allá del ataque, los exige con el retorno para ayudar a su equipo.
Siguiendo con el “espejo” de planteos tácticos hubo cierta superioridad por las bandas: Díaz fue más que Cabrera y Ferrari más que Mareque. Está claro que los planteos que a priori parecen ofensivos deben plasmarse en el campo de juego pues más allá de las posiciones los interpretes (léase los jugadores) marcan las diferencias y de la respuesta en la cancha aprueban o revierten una idea inicial.
Lamela y Lanzini fueron superiores ante el medio campo de Battión, increíblemente impreciso al menos a lo que nos venía teniendo acostumbrados, y Fredes.
Patito Rodríguez y Matías De Federico, con menor ingerencia en el resultado, perdieron en las líneas y eso fue claro. Más allá de que Patito intentó jugar al fútbol aunque a veces, le faltan cinco para el mango.
Cuando digo que fue un espejo el planteo táctico es por la simple razón de: tres en el fondo, cuatro en el medio y tres de punta (de alguna manera terminan siendo tres los que intentan sorprender al arquero contrario).
Uno esperaba más sorpresa de Ferrari que de Juan Manuel Díaz sin embargo en esta oportunidad, más allá del centro que finalmente terminó siendo el gol del encuentro, fue más explosivo Díaz que Ferrari porque a la velocidad se le suma haberle ganado en la banda a Cabrera siendo letal por ese lateral.
Ya se había anticipado Díaz, en el segundo tiempo cuando tras un centro lo deja a Pavone listo para fusilar a Hilario que en esta responde a la perfección. Pero la idea era clara y la venían intentando sin reacción de nuestros jugadores por ese sector que permitieron que sigan los intentos. Lamela (más involucrado en el juego que otras veces) y Lanzini (que todavía le falta confianza y un equipo que juegue más y le dé más opciones) fueron más en su lucha con Battión y Fredes. Y cuando perdes el medio campo se complica en todas las líneas.
Independiente a priori tuvo más ganas y necesidad pero no tuvo cómo ganarlo. No fue el mismo del partido contra Peñarol más allá de los jugadores. Hablo de la actitud y del rendimiento general. A River, que el empate le alcanzaba, se encuentra con el gol por haberlo buscado más.
¿Cuál es la diferencia entre Independiente y River, hoy, más allá de los jugadores? Que River tiene convencimiento de sus capacidades y sus deficiencias y sabe o asume hasta donde le da. Independiente claramente peca de emocionarse con haber ganado Sudamericana, seguir avanzando en la Libertadores, sin asumir que hace 12 partidos que no se lleva los tres puntos por el torneo local. Son livianos psicológicamente contra un River fuerte que está convencido de sus limitaciones y que posee un conocimiento extraordinario de la necesidad de sumar puntos sea como sea. River dice: tengo poco, me da hasta acá y con eso voy. Independiente no asume su realidad, vive de recuerdo y peca de creerse más de lo que es y eso lo paga en el campo de juego.
El mensaje sin pretensiones ni ambiciones lo asume River que sabe lo que se juega y lo acepta. Independiente no asume su realidad y si sigue por ese camino lo pagará más caro de lo que imagina.
Hubo urgencias y con este resultado hay más aun. Las urgencias quitan juego vistoso, buen trato de balón y hasta maltratan el espectáculo. El día que asuman eso con humildad, lograrán acomodarse mejor en el Clausura y seguirán, con ganas y optimismo en la Copa y en lo que se juegue extra torneo doméstico.
Estamos a tiempo de asumir realidades y de aceptar lo que hoy nos toca. Para ser lo que éramos es necesario aprender de los errores, asumir sin vergüenza las limitaciones y con eso, rearmarse. Si seguimos convencidos que somos los mejores del mundo, la realidad va a ser tan dura como la caída de un edificio de 20 pisos.
Por Débora D´Amato para InfiernoRojo.com
