Independiente perdió en Mendoza por un calamitoso primer tiempo que se explica desde un gran desequilibrio en la zona media que dejó a toda la defensa al descubierto. Luego hubo una reacción que no alcanzó.
Lejos de recomponerse, Independiente se descompone cada vez más y desconcierta. Un día juega bien el primer tiempo y decae en el complemento. Al día siguiente pasa totalmente lo contrario y arranca para atrás, aunque luego demuestra reacción en el epílogo. De una u otra manera, el Rojo de Ricardo Zielinski no logra levantarse y sigue hundido en el fondo de la tabla (hoy está en zona de descenso junto a otros cinco equipos). El domingo fue víctima de Godoy Cruz y la derrota por 2-1 tiene sus fundamentos en un primer tiempo calamitoso en el que el equipo sufrió porque quedó partido al medio.
Los ojos se podrán en la última línea y sus errores individuales, como el caso (¿sin solución?) de Joaquín Laso, quien sale en la foto de todos los goles rivales. Pero el problema del Diablo en Mendoza tuvo su epicentro en la zona media. No hubo equilibrio, el 4-4-2 quedó mayormente plasmado como un 4-2-4 y el Melli Ortiz, de flojo rendimiento hasta que salió por lesión, estuvo muy solo en la contención.
El círculo central fue un lugar de tránsito rápido para Godoy Cruz porque encontró la barrera del peaje de Avellaneda levantada. Y así, la defensa quedó totalmente expuesta, ofreciendo huecos generosos y marcas endebles.
Esta clara que la primera falla fue de una pelota parada. A Independiente lo doblegaron rápido por la vía aérea, que es un inconveniente sin resolución hace años. Pasan las temporadas, los entrenadores y los jugadores y al Rojo le siguen cabeceando absolutamente todo lo que le tiran a su área. El Tomba no fue la excepción. Perdió Laso ante Pier Barrios tras el tiro de esquina y luego Tomás Conechny aprovechó el rebote corto de Rodrigo Rey.
El 1-0 profundizó el quiebre de Independiente. Se mandó a buscar la igualdad de manera desequilibrada y cada contraataque del local era mano a mano. Rey se recompuso tapando un tiro a quemarropa con el rostro. Hubo otra que pegó en el lado externo de la red. Esas llegadas que fueron casi gol vinieron por el aprovechamiento de la poca gente roja en el medio y de una defensa desconcertada y sin protección alguna.
Y en la tercera fue la vencida. Otra jugada similar a las anteriores. Independiente no corrigió la hemorragia de pelotas cruzadas y volvieron a vulnerarlo. Fue una pelota larga que Allende transformó en centro pasado, Salomón Rodríguez cabeceó, Rey tapó a media y Conechny aprovechó para convertir con una palomita.
Laso habilitó a Rodríguez primero y luego se dedicó a ser un mero observador de cómo la pelota iba de un lado al otro. Pero también existe responsabilidad de Luciano Gómez que no cerró. Y de Javier Báez que tampoco estuvo en su lugar para cubrir. Todos hicieron muy mal su trabajo.
Zielinski cambió para el complemento y revirtió la imagen. Cambió a los volantes externos y metió a dos hombres de juego como Cazares y el pibe debutante Martínez. Su equipo se equilibró y empezó a torcerle el brazo al Tomba. Descontó rápido con el tanto de Costa y pudo haber empatado de no haber sido por el Ruso Rodríguez, la figura de la tarde en el Malvinas Argentinas.
Lo positivo fue la reacción, aunque no alcanzó. Lo negativo fue que una vez más Independiente regaló un tiempo que pagó carísimo por estar partido en dos y le costó la caída que lo puso por primera vez en la zona roja donde no quiere verse nunca más.
