(COLUMNA DE OPINION) – Los ídolos pasan y la trituradora sigue devorándoselos, porque no entiende de gloria, de historia ni de mística, sólo de negocios que convulsionaron un club y lo llevaron a lo más profundo de su vergüenza. Lo apalearon, lo amasijaron sin importar nada ni nadie. La trituradora tiene nombre y apellido: se llama Julio Alberto Comparada, el padre bestial de un apocamiento que no tiene límites, que nunca termina de caer ni desarmarse.
En Mendoza Independiente dio otra muestra de que su historia grande está retraída, atascada en un pozo del cual no la dejan salir. Y lo peor es porque no quieren. Dejaron ir al mejor entrenador de los últimos años. Dejaron ir a varios jugadores que al menos nos regalaban alegrías y la ilusión de un mero renacimiento. Leonel Nuñez se fue porque no le podían pagar el sueldo, inédito. Prescindieron de traer a un tal Nicolás Olmedo porque era caro y de una edad que no convencía. Por la misma plata trajeron a Roberto Battión y Cristian Pellerano. Uno no juega, el otro lo hace, pero se lesiona a los minutos. Era Walter Acevedo o Ignacio Piatti, pero fue Nicolás Cabrera. La cancha iba a estar inagurada en 2008, hoy sigue tan o igual de parecida que aquel lejano 25 de noviembre, donde se festejó que teníamos tres tribunas.
Esto no da para más. No hay lógica que explique este dolor, esta vergüenza, este paupérrimo presente que tenemos que sentir los hinchas. El pasivo sigue aumentando de forma agigantada, mientras algunos dicen que si no fuese por el estadio “el balance sería presentado en las mejores universidades como un modelo de gestión”. La cara sigue ahí, no se les cae porque la piel es de piedra. No hay piedad. Qué infantiles e inocentes que somos. ¿Cómo va a haber piedad? Si ni siquiera tienen la holgura de disculparse por los errores, de poner el pecho y hacer autocrítica.
Hablaron de un proyecto que de repente, no sólo era un invento, sino que además lo taparon con la aprensión de ir por el entrenador al que habían despedido meses atrás. El caramelo de la “no renovación”, que se lo coma otro. Los hinchas no lo queremos soltar, porque nos sobra orgullo, pero sabemos muy bien que ya no estamos ni por asomo en el caudal del privilegio del fútbol argentino. Hoy somos inferiores a equipos como Vélez, Banfield, Estudiantes, porque ellos sí piensan en grande y tienen proyectos serios. Porque trabajan por y para el club.
Basta de poner a la cancha como excusa. Basta de querer engañar al hincha. No sólo Comparada y su dirigencia no piensa como nosotros, sino que lo hace al revés y a contramano de la historia de Independiente. Sólo me queda la duda de saber qué hubiesen hecho los hinchas de antes, esos que se iban con la panza llena del club: no sólo por ver a un equipo que desparramaba fútbol, sino porque tenían representantes dirigenciales.
La historia se puso más oscura que lo habitual. El papelón se transformó en vergüenza otra vez. A la historia grande la contaminaron y se degradó con el correr de los años. Se destruyó el pequeño castillo que se había levantado con esfuerzo y con laburo. La mística ya no nos pertenece, ya es parte de un pasado que sigue de pie y se tambalea por un presente putrefacto y un futuro que esperanza a nadie. BASTA, DE UNA VEZ POR TODAS: BASTA.
