En apenas dos presentaciones Independiente demuestra rasgos definidos de lo que pide Tevez, con la garra y la intensidad como banderas de un equipo que volvió a creer en uno mismo.
Se puede. En poquito tiempo se puede captar el mensaje de un entrenador y responder sobre el campo en consecuencia. Independiente y Carlos Tevez pueden dar buena fe de ello. El nuevo entrenador ya está haciendo mucho en un corto período. Y el panorama no era justamente nada alentador. Sin embargo, un Diablo apesadumbrado, deprimido y de capa caída recobró la bravura de la mano de su flamante líder, que está logrando que su Rojo juegue con el corazón, un corazón apache.
Todos corren. Todos meten. Nadie se relaja. La premisa estuvo bien clara y definida desde esa primera charla en Villa Domínico que Tevez dio ante el plantel y la dirigencia. Y eso es lo que se está viendo sobre el césped en estas primeras presentaciones de su elenco. La intensidad se está convirtiendo en el rasgo más característico de este Independiente, que también va mostrando otras pistas de lo que va inyectándole el Apache en cada entrenamiento.
El 2-1 ante Gimnasia en el Bosque significó la segunda victoria consecutiva en los últimos 12 meses. Pero, además, significó otra final ganada ante un rival directo en la lucha del fondo de la tabla. No es menor ya que son duelos que Independiente no estaba acostumbrado para nada a imponerse. Al contrario, los sufría muchísimo.
Y, sin embargo, ahora los asume y los afronta como protagonista. O al menos esa es la intención definida que se exhibe. Más allá de que el Lobo quiso salir a imponer las condiciones en su cancha, el Rojo le torció la mano con un juego directo, presión alta y carácter, como le gusta a su técnico.
Cambió de esquema Tevez, Dejó la línea de cinco para pasar a un 4-3-1-2, con posicionamientos de algunos nombres que llamaron la atención, pero que rindieron con creces. Por ejemplo, el de Damián Pérez, un jugador casi olvidado y de descarte en el ciclo de Zielinski, que se paró como volante interno zurdo y cumplió a la perfección su tarea. Otra labor destacada fue la de Federico Mancuello como enlace clásico. Suelto, Mancu aparecía por cualquier lado y a Gimnasia se le hacía dificultoso tomarlo.
Hay niveles que levantaron de la mano de Carlitos. El caso de Matías Giménez es el más notorio. A la entrega de siempre que lo caracteriza, ahora le sumó gol: hizo tres en los últimos dos encuentros. Pero lo más significativo es la manera en que definió en cada uno de esos gritos. En los tres, incluso en el penal ante Vélez, se tomó un segundo antes de ejecutar para pensar en dónde quería colocar la pelota. Y la puso donde quiso. Como el propio sanjuanino contó, fue consejo de Tevez.
Y este sábado en La Plata el que tuvo una muy buena tarde también fue el capitán, Iván Marcone. El volante viene mirado de reojo por los hinchas. A tal punto que ante Colón, en el último duelo del Ruso al mando, se fue silbado cuando le tocó ser reemplazado. El nuevo DT le redobló la confianza, le dejó la cinta y le pidió a la gente y a la prensa paciencia para verlo mejorar. Creer o reventar, en la ciudad de las diagonales, Marcone hizo del círculo central su territorio y demostró una seguridad y firmeza que hacía tiempo no demostraba.
En líneas generales, el equipo está menos apurado, aunque eso no quiere decir que sea más lento; al contrario. Lo que se nota es que no se deja gobernar por la desesperación de antes y así logra redondear mejores jugadas. Van fluyendo algunas asociaciones y circuito de pases. Hay una premisa de salir desde abajo, pero sin complicarse. En fin, se ve una idea asomando después de un largo período de desorientación futbolística.
En el debe está todavía sostener la presión por más tiempo, algo que se debería ir alcanzando con el correr de los entrenamientos y una mejora física. Además, tanto ante Vélez como contra el Lobo, Independiente fue vulnerado en el segundo tiempo, en ese momento en el que sacó el pie del acelerador. Tendrá que aprender a defenderse cuando sea necesario. En ambos casos, los positivo, fue que lo pudo superar cuando antes hubiera hundido la cabeza bajo la tierra. Ahora, el Independiente de Tevez juega con un Corazón Apache que de a poco le devuelve la ilusión.