Atentos, los que les cuento no es puro cuento. Las agujas del reloj mienten, créanlo. Dicen, científicos y relojeros, que ellas son siempre precisas y tiempistas. Pero, esta vez, esas agujas prestidigitadores, que apuran y apuran rutinas, se revelaron. Desde que Mareque clavó su derechazo a la infinidad –y a la posteridad–, el tiempo no pasó más. Una semana interminable. (¿No habrá sido un mes, che?) Tachando los días en el almanaque, a la espera del Gran Día D, como cualquier preso. Sólo que esos 5 millones de hinchas, en realidad, son presos de una pasión y de una ilusión…
Independiente y la copa tendrán una cita sin igual esta noche. A las 21.30. En la intersección de Alsina y Bochini, el Rojo, como se sabe, recibirá a Liga Deportiva Universitaria de Ecuador. Tras la batalla de Quito, donde el Rojo libró una pelea por el honor y se trajo un 2-3 heroico, el equipo (¡sí, equipo!) de Antonio Mohamed ya se prepara para el “juego de seducción” (Cerati dixit) Y claro, si hoy gana, el Rey de Copas, volverá a una final internacional tras 15 años de pobrezas. Todos sueñan despiertos porque, confieso, ya no se puede dormir ¿La última serie final? Supercopa 95. Independiente guapeó, cayó 1-0 vs. Flamengo (la ida la había ganado 2-0) y dio la vuelta en el Maracaná.
40 mil almas pisotearán los escalones, gritarán bien fuerte y esperarán, al cabo, cambiarle el chip a su Rey. Ese que en su Memoria-Ram aún conserva reminiscencias de tanta mística copera de otrora. Hay temor, ansiedad, lógico. Pero el Rojo se hace el zonzo. Tiene un plus, y lo sabe. Los demás argentinos, esos que quedaron en el camino, en estas instancias coperas cargan con el peso de su historia. Este Independiente, en cambio, es escoltado y respaldado por el peso su historia. Como si fuese poco, el Rojo ganó los cuatro partidos que jugó contra ecuatorianos en Avellaneda. Y nadie olvida, claro, aquel 2-0 a la Liga, con goles de Bochini y Arrieta, por la vuelta de la Libertadores 78.
Ahora bien, la historia, esta vez, también es presente. Y el Rojo luce con orgullo, su (inquebrantable) columna vertebral. La mano del Turco corrigió esa espalda desviada, llena de fisuras. Y ahora sí luce el famoso 1-2-5-9. Porque Hilario esconde y roba goles. Ridiculiza relatores y atormenta delanteros. Porque los 3 centrales, Tuzzio, Velázquez y Galeano, son eso: un tridente impetuoso. Porque Fredes es el cerebro y el pase, como nunca antes, tiene la llave del talento. Porque, en definitiva, Andrés Silvera, juega al arte del engaño permanente. Camina desgarbado, se arregla la vincha, y, en un pestañeo, de nuevo ya está gritando con los hinchas. Liga es difícil, no imposible, nunca lo fue.
Y sí, las ansiedades de los hinchas son muchas. Es que el tren de Independiente, destartalado y modesto, va encarrilado, derechito al sueño. Y quedan sólo 3 estaciones. Y para deleite del Diablo, la Liga llega a la Caldera bastante diezmada. ¡Con 2 partidos en el lomo, en menos de 15 horas! Y casi sin Barcos, Salgueiro ni Luna. Si alguno llega, es con lo justo. Así y todo, los albos, son duros igual. ¿Un dato? Llevan 10 matchs invictos ante argentinos: ganaron 5 y empataron 5. Ante la Liga, atención, sucumbieron Estudiantes (final Recopa 2010), Newell’s (4tos Sudamericana 2010), Vélez, Lanús (ambos Sudamericana 2009).
Está claro, atmosfera copera no falta. “Voy a jugar el partido más importante de mi vida, me preparé 15 años para este día”, admitió Fredes. “Queremos darle una alegría a la gente y que Independiente vuelva a ser el Rey de Copas”, añadió Mareque. Parece que todos juegan para el Rey. Ese que sale por las noches y en cada batalla recupera un pedacito de tanta gloria pasada, ese que en cada pelota desparrama pierna fuerte y templada y ese que en cada partido busca, y no deja de buscar, esas copas suyas que le arrebataron.
La copa está ahí, tan cerca, tan lejos. Espera, ansiosa y cuasi enamorada. Liga, Goiás y Palmeiras, tres pretendientes que pelean por ella. Independiente es el candidato… de nadie. ¡Pero vaya si sabrá de conquistas!
