Independiente estuvo al borde de la muerte, pero con una mística y unos huevos impresionantes, logró sacar un resultado que lo deja bien parado de cara a la vuelta: en la altura de Quito, perdió 3-2 luego de ir 3-0 y define la serie la semana que viene en el Libertadores de América. Salvo por diez minutos de locura, la actuación del Rey de Copas fue enorme.
Aunque perder nunca es satisfactorio, la caída del Rojo en la altura ecuatoriana deja un buen sabor de boca. Liga es uno de los equipos más fuertes del continente (sino el más poderoso) y en su casa se hace aún más difícil. Con todos estos atenuantes, y luego de estar tres goles abajo con tanto tiempo por delante (35 minutos), Independiente logró ponerse 2-3 y dejó la serie abierta para definirse en Avellaneda.
El primer tiempo del equipo de Antonio Mohamed fue casi perfecto. Casi, porque faltando 3 minutos para el cierre de la etapa inicial, Juan Manuel Salgueiro se le escapó a Roberto Battión y sacó uno de esos sablazos de frente al arco de los que la defensa y el medio debía cuidar a Hilario Navarro: el disparo se hizo inatajable para el correntino y Liga, en la primera llegada de riesgo que tuvo se puso en ventaja. Sí, casi 45 minutos tardó el local en llegar al arco rojo.
Porque el planteo y la actitud de Independiente desde el arranque fue perfecta. La línea de tres lució impecable, controlando sin problemas a Carlos Luna y a Hernán Barcos, mientras que el “triple cinco”, con Battión como líbero, también tuvo una tarea destacada y contuvo uno y uno los embates de la Liga. Lucas Mareque y Nicolás Cabrera aportaban sacrificio y los de arriba molestaban continuamente.
Así, el Rojo no pasó sobresaltos y hasta tuvo dos chances claras para ponerse arriba en el marcador: primero, tras un corner, el arquero Cevallos le cometió un enorme penal a Parra que el juez Silvera omitió, aunque el ex Chacarita igualmente pudo patear y un defensor de Liga sacó sobre la línea. Después, Fernando Godoy estrelló un remate terrible de volea en el travesaño a la salida de un tiro de esquina.
Al inicio del complemento, Independiente mostró su peor cara y lo pagó con creces. En 10 minutos de un desconcierto total, Liga marcó dos goles: a los 3′, Miller Reasco definió una gran contra comandada por Juan Manuel Salgueiro y a los 11′ Néicer Reasco remató cruzado tras un rechace de Velázquez tras un entrada de Hernán Barcos. Parecía que el sueño de la Sudamericana se derrumbaba. Parecía, pero el Rey de Copas tenía otros planes…
Un minuto después del 3-0, Mareque lideró una jugada de ataque, trianguló con Facundo Parra y Silvera, en claro offside, definió con una clase magistral y puso el descuento que envalentonó a Independiente. Y de la mano de Mareque, que volvió a ser importante después de varios partidos opacos, llegó el segundo gol. El lateral se sacó un hombre de encima al borde del área y metió un terrible derechazo que se coló por encima del cuerpo de Cevallos.
Y casi lo empata al toque Independiente. Ahí nomás, Cabrera desbordó, centró y por muy pocos centímetros Parra no llegó a conectar lo que hubiera desatado la locura total. Y ojo, que también Liga pudo haber aumentado de no haber sido por el enorme Hilario Navarro, quien tuvo una doble tapada brillante, primero a Barcos y luego en el rebote a Bolaños.
Después de vivir su mejor momento en el partido, Independiente volvió a retrasarse y a cuidar el resultado, bueno para el Rojo a esa altura, cediéndole la iniciativa nuevamente a una Liga que no supo ya cómo volver a quebrar a una defensa y un medio que se abroqueló y marcó de la misma manera que lo había hecho en los primeros 43 minutos de la etapa inicial.
Con inteligencia, corazón y mística, Independiente se llevó una derrota que sirve pero que lejos está de haber asegurado un lugar en la final. La serie está más que abierta y con un 1-0, el sueño de volver a pelear por levantar una copa será posible. Pero para eso, el Rey deberá volver a dejar el alma y la piel en un Libertadores de América que tendrá 40 mil gargantas que no dejarán de apoyar un minutos. Vamos por más…
