Más allá de que Domínguez no le encuentra la vuelta, el Rojo arrastra problemas en su juego que lo hacen un equipo previsible. Cualquier rival le hace partido porque sabe cómo complicarlo.
Milton Alvarez atajó los dos últimos penales y el Rojo se metió en 16avos de final de la Copa Argentina. En cualquier otro contexto, una definición desde los 12 pasos ganada se celebra porque significa una liberación de una de las tensiones más estresantes del fútbol. Pero el arquero hizo un gesto con su palma hacia abajo como pidiendo calma a sus compañeros, que entendieron que no había mucho para celebrar. Independiente no pudo superar y hasta por varios tramos fue superado por un equipo del Federal A que no tenía competencia oficial en 2022, como Central Norte de Salta. ¿Por qué a este equipo ya hace rato que le perdieron el respeto y se le anima cualquiera?
Los escudos importantes imponen su chapa ante rivales de menor estirpe. Más allá de que en el fútbol todo puede pasar y sobre el campo son once contra contra, a los grandes se los mira de otra manera y se les juega de otra manera. Sobre todo cuando hay tanta diferencia de categorías, como era el caso del partido del sábado. Pero este Diablo está lejísimos de dar miedo.
Central Norte, corajudo, le jugó de igual a igual al Rey de Copas. Y estuvo muy cerquita de ganarle en los 90 minutos. Hizo un primer tiempo en el que, contra todos los pronósticos, lo doblegó, aunque en la segunda parte se cansó pronto por el gran desgaste y la falta de rodaje y ahí Independiente tuvo las chances para darlo vuelta pero los palos y la falta de profundidad se lo negaron.
No es un problema que nació con la llegada de Eduardo Domínguez. Es cierto que al elogiado DT campeón con Colón en 2021 le parece estar costando más de la cuenta, pero los males en el cuadro de Avellaneda vienen de larga data, incluso de antes del ciclo de Lucas Pusineri y so producto de los desmanejos dirigenciales de los últimos años. No obstante, esta columna se enfoca en el análisis del juego, más allá de que muchas veces resulta difícil -para no decir imposible- apartar la crisis institucional de lo deportivo porque una cosa termina siendo consecuencia de la otra.
Desde lo futbolístico, el Rojo es un equipo nudista. No esconde nada. No genera efecto sorpresa. Anda sin ropaje por sus partidos, exhibiendo todos sus secretos tácticos y dándole todo tipo de información a sus rivales, que saben cómo hacerle daño sin demasiada vuelta. Veamos.
Los salteños eligieron atacarlo preferentemente por la banda izquierda. No es casual. Por el lado derecho de la defensa roja está Alex Vigo, que, como le pasaba a Fabricio Bustos, ataca mejor de lo que defiende. Su espalda es una invitación a desbordar por ese lado. Central Norte lo hizo en cuatro oportunidades en la primera parte y en una logró convertir.
Salen a presionarlo al Diablo porque su premisa es salir jugando aunque no tenga del todo aceitada la salida. Y allí le presentan complicaciones. Lucas Romero no es garantía de un primer pase firme. Y los centrales tampoco se caracterizan por su claridad a la hora de filtrar pases al medio. Si lo aprietan pueden ocasionarle dolores de cabeza y eso intentó el humilde rival de la Copa Argentina.
Tampoco es una amenaza en ofensiva este Independiente. Motivo por el cual permite adelantarse un poco más al equipo de enfrente. Sus conductores no tienen cambio de ritmo. Ni Andrés Roa ni Alan Soñora se caracterizan por eso, aunque sean futbolistas de buen pie que pueden dar una buena asistencia en días de inspiración.
El juego asociado no aparece, sus delanteros quedan aislados y encima tampoco tienen la presencia que, por ejemplo, que ofrecía Silvio Romero. Tampoco se caracteriza por su velocidad Independiente; por el contrario, todo parece lento cuando tiene la pelota. Lo que autoriza al rival a predecir más sus intenciones. Y si a esto se le agrega una gran dosis de imprecisión, todo se vuelve más que predecible.
Independiente delata su juego. Le muestra todas las cartas al adversario de turno, que entonces busca lastimarlo por donde más puede dolerle. Al margen de la actitud que ha sabido demostrar este plantel (contra Boca y Godoy Cruz, por ejemplo), sus deficiencias a la hora de construir lo desprotegen y lo dejan al descubierto para que cualquiera se anime, sin distinción de categorías ni etiquetas.
