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Eduardo Domínguez tomó decisiones que influyeron en el destino del clásico. El entrenador de Independiente, con su continuidad en duda, no está exento de las responsabilidades por un presente futbolístico triste. (Foto: Clarín)

Al que le quepa el sayo…

Eduardo Domínguez tomó decisiones que influyeron en el destino del clásico. El entrenador de Independiente, con su continuidad en duda, no está exento de las responsabilidades por un presente futbolístico triste. (Foto: Clarín)

Eduardo Domínguez tomó decisiones que influyeron en el destino del clásico. El entrenador de Independiente, con su continuidad en duda, no está exento de las responsabilidades por un presente futbolístico triste.

Una dirigencia desgastada y desacreditada ante los socios (gobierna hace siete meses sin haber sido re-reelecta). Un club en constante crisis política y económica. Un plantel diezmado, carente de experiencia y plagado de pibes. Lesiones… Los contratiempos contra los que rema el cuerpo técnico de Eduardo Domínguez son muchos y se enumeraron hasta el hartazgo. Pero eso no lo exime al DT de la porción de esta torta roja con muy mal sabor que le corresponde por los reiterados errores que cometió y comete en los planteos y cambios de un partido a otro o dentro de un mismo encuentro. La caída en el clásico (la tercera seguida del equipo) expuso serias equivocaciones en determinaciones del entrenador, que en conjunto con las pésimas ejecuciones de los futbolistas sobre el césped, decretaron otro derby desperdiciado.

La mano de Domínguez incidió en el destino del 0-1 en el Cilindro. Desde el vamos, hubo sorpresa por ,a salida de uno de los jugadores que venía demostrando un rendimiento estable dentro de lo positivo, con peso en el área de enfrente: Leandro Fernández. Es cierto que la lesión de Leandro Benegas y la falta de un reemplazante natural lo complicaba en la previa al técnico. Sin embargo, llegó a firmar Chucky Ferreyra y lo incluyó como titular en reemplazo del goleador.

¿Por qué tocar a Fernández? No se explica. Su salida repercutió en la fluidez de juego de mitad de cancha hacia adelante. Lean venía exhibiendo una gran movilidad para romper estructuras. Arrancaba desde la derecha pero se tiraba hacia el centro para generar espacios. Y venía también formando un buen tandem como Alex Vigo por ese sector. Vigo, en efecto, volvió a bajar su nivel el domingo y no se entendió con Damián Batallini, que rápidamente quedó afuera de partido producto de su descuido en el juego brusco. Quedó al borde de la roja y ahí sí, Domínguez estuvo correcto en sacarlo, aunque se enojara.

La inclusión de Gabriel Hachen, otro de los que había arribado hacía un puñado de días, tampoco se comprende. ¿Para sacar a Alan Soñora (que encima ni siquiera entró en el segundo tiempo)? Hachen no aportó soluciones por su sector y duró 45 minutos para dejarle su lugar a Toto Pozzo, que fue de los pocos que entendió cómo jugar este tipo de duelos. ¿Debió ir de entrada el pibe? Seguramente pero aquí habrá que darle la derecha al DT ya que Pozzo viene de una lesión prolongada de la cual se resintió y habrá querido llevarlo de a poco.

Otra cuestión es la defensa. Juan Insaurrald debió salir tras su error en Paraná. Pero el entrenador le ratificó la confianza. Contradictoriamente lo sacó para el clásico y ubicó allí a Joaquín Laso. ¿No hubiese resultado mejor ir ya jugando con Laso los partidos previos para aceitar la última línea? Falta de previsión, al menos.

El fondo rojo fue de lo peor del partido. Cada ataque de Racing fue un peligro. La defensa marca en Línea en las pelotas paradas y eso es decisión técnica. Esa manera de marcar exige máxima atención a los movimientos de los rivales. Eso, justamente, carece en Independiente. La jugada previa al gol fue un tiro libre preparado por el rival: Vecchio amagó con el centro al corazón del área, pero la puso al primer palo en donde Chancalay cabeceó solo y debió sacarla Sosa al córner. De ese tiro de esquina provino la chilena de Hauche, que maniobró entre dos hombres visitantes con absoluta libertad en el segundo palo.

Laso hizo un penal burdo en el cual dejó al desnudo su lentitud y falta de rodaje. Copetti la estrelló en el palo y perdonó a un Independiente entregado en esa primera parte. Y Hauche tuvo otro mano a mano que surgió de un pelotazo largo que cayó entre Lucas Rodríguez y Sergio Barreto (Laso estaba varios metros adelantado vaya a saber uno haciendo qué) y que el delantero definió a las manos de Sosa.

El Diablo creció en la segunda parte por empuje, pero también por un Racing que aflojó la intensidad y perdió el mediocampo ante la lesión de Vecchio. Contó con algunas chances, más que nada por remates desde afuera, pero nada más. Muy poco para un clásico. Muy poco para Independiente. Muy poco para in técnico de probadas aptitudes, que se lleva una porción generosa de la torta de responsabilidades de la derrota del domingo.

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